La primera de las víctimas de esa forma de extorsión denominada secuestro virtual, fue un hombre de 75 años, residente en Serodino, que fue objeto del procedimiento habitual: primero le comunicaron que un familiar –en este caso el hijo- había sufrido un accidente, para luego cambiar el verso sobre la marcha, indicando que en realidad se trató de un secuestro, exigiéndole veinte mil pesos. Al no tener esa cifra, el tira y afloje entre delincuentes y el incauto terminó en un arreglo por cuatro mil quinientos pesos, dándole cinco minutos para realizar el pago. El hombre fue a la oficina de Correos, donde efectuó un giro a través de Western Union, a la ciudad de Córdoba, a lo que debió agregar una carga virtual de doscientos pesos a un teléfono celular.
Al mismo tiempo, una hermana del supuesto secuestrado, enterada de lo que estaba ocurriendo, lo llamó comprobando, por supuesto, que estaba en perfecto estado de salud, a pocas cuadras de allí, haciendo trámites en la Comuna.
El segundo hecho tuvo características mucho más grotescas, y sus víctimas fueron un veterinario de la localidad y su esposa, que se hallaba de viaje en Tucumán.
La mujer fue la primera que dio la alarma, ya que llamó a la comisaría 4ª de Serodino, explicando que había recibido una llamada en su celular, donde se le decía que tenían secuestrado a su marido y el exigían dinero. La cuestión tomó visos de credibilidad ya que luego de la demanda, la mujer no pudo comunicarse con el marido.
La policía se dirigió entonces a la veterinaria, donde empleadas manifestaron que minutos antes el profesional había recibido un llamado telefónico, tras lo cual le pidió el aparato celular a una de las empleadas, tomó dinero en efectivo y se marchó en su automóvil.
El hombre recién apareció a la noche en la veterinaria, y entrevistado por personal policial, contó lo del llamado de la mañana, donde le decían que su esposa estaba secuestrada en Tucumán, y le exigían que fuera a Rosario, comprara un celular nuevo, y a partir de entonces recibiría nuevas directivas. Luego fue enviado a varias oficinas de Western Union, obligándole a realizar distintos giros a una cuenta de Córdoba. Una vez cumplidas las demandas, la misma persona lo llamó, y entre risas, le hizo saber que todo había sido falso, y que, además, por su propio supuesto secuestro, la esposa había pagado “sólo” dos mil pesos en Tucumán.
