La Casa del Bicentenario estuvo llena, y, como suele ocurrir con el rock, éste convoca a varias generaciones, por muchas razones.
El espectáculo comenzó con La Banda Química, una formación clásica con guitarra, bajo, teclado y Juan Albertengo en batería. Su música también es clásica, si de rock se habla. Demás, en un par de temas, Tato Fernández estuvo aportando con el saxo.
Más tarde llegó Carlitos Verdichio con su bajo, dos guitarras, y batería, más la suma de Tato en los dos temas de cierre, a quien se unió Rubén Carrera en un fragmento del final.
Fueron dos horas de reencuentro con una generación de músicos que fueron emblemáticos cuando eran pibes, y es bueno que sigan hoy, tantos años después, demostrando su talento y poder creativo. Y de eso se trató la convocatoria: algunos fueron por nostalgia de la época de Punto G, otros porque son amigos, y junto a todos los demás, porque les gusta la música y de eso hubo mucho, en la noche del domingo, una noche de rock.
Fotos: Damián Garnero / Otrodía.com