En medio de la actuación de Cristian Gustafsson y Ezequiel Martés, sólida como siempre, y la aparición de Alejandro del Prado, Mario Chiappino puso en contexto lo que Alejandro vino haciendo desde sus comienzos. Inclasificable para muchos, especialmente los que lo vieron aparecer como figura conocida a principios de los ochenta, retorno de la democracia, y su canción –o canciones- más emblemáticas, como Los locos de Buenos Aires, o Aquella Murguita de Villa Real, Chiappino describió la mescolanza de tango, candombe, música rioplatense, en fin, que pegó de refilón al rock nacional en ese momento pos Malvinas que lo hizo irrumpir como fenómeno masivo.
Y Del Prado, este viernes en Cañada de Gómez, paseó al público que llegó a la Casa del Bicentenario por todo eso. Desde sus obras iniciales de los 80, como Murguita.. o Los locos…, el Tanguito de Almendra – que tocó en el mismo orden que en el disco original-, o las canciones sobre la poesía de Jorge Boccanera, o el inmenso material que involucra a todos los géneros expuestos anteriormente, sostenido por su voz que parece la de un pibe que de paso tiene mucho humor, más la guitarra y bajo de Luciano Pallaro Battagliese y la percusión (con bombo murguero incluido) de Vicente Graziano, quien también ejecutó flauta traversa.
En el medio, la sorpresiva aparición de Nahuel Porcel de Peralta, quien con Del Prado supieron acompañar a Zitarrosa en una etapa del periplo de todos por México, y anoche hicieron dos temas del gran Alfredo.
Un punto alto el del viernes, en una semana rica en música para la ciudad.