Se fue (se fue?…) Balá, el tipo que vistió el paisaje de muchos de nosotros, y agregó a nuestro lenguaje expresiones a las que no hace falta buscar el significado, porque asociadas a su rostro nos aseguran que ya está todo dicho.
En el 2011 llegó a la ciudad para presentarse en el Verdi, en medio de una visita a la ciudad donde vive Rubén Carrera, su amigo, quien, entre otras cosas, escribió un exitosísimo libro con la historia del entrañable artista.
Este viernes se escribieron miles de frases, anécdotas, expresiones, en las que cada uno/a vuelca lo que sintió esta mañana al ver la noticia que hizo que muchas facetas de nuestro pasada volvieran a desfilar ante nuestros ojos.
Acá ponemos lo que se escribió en este medio en esa fecha de 2011, en una conferencia de prensa en la que Carlitos, con gran paciencia, atendió a la prensa y a todos los que quisieron posar con él, para una foto que tiene el significado de guardar un cachito de nuestras vidas:
El gran comediante argentino historió sus comienzos, alegrando el viaje de sus amigos en los colectivos porteños, y antes aún, haciendo junto a su madre imitaciones que descolocaban a, por ejemplo, el dependiente de un banco al que iban a pagar cada mes los setenta pesos de un crédito.
“Hago un humor clásico, que aún está vigente, tal vez porque desde que arranqué anduve a la vanguardia. Mis personajes son sacados de cientos de personas que observé –y sigo observando- y de allí salieron tipos y modismos. Petronilo, por ejemplo, es el sargento que tuve en la colimba. Es más, sin saber exactamente de donde provenía, algunos me escribían diciendo que ellos habían hecho el servicio militar unos años después que yo, y que habían conocido a un tipo igual al personaje: y sí, era el mismo sargento que tuvimos ellos y yo”.
Al terminar la charla, fue el turno de sacarse fotos. Cada uno lo hacía pidiendo a Balá que agregara el modismo que había quedado grabado desde tantos años atrás: desde un sumgutrule, hasta un gestito de idea.
Más tarde fue el turno del teatro Verdi colmado, con un lleno total de gente que, además de disfrutar de un espectáculo, aportó a la causa de tres instituciones de bien público cañadenses, Hogar de la Niña, Hogar de Varones y Guardería Infantil.
Un apartado especial lo merece Rubén Carreras, factótum en buena parte de la movida que trajo a Carlitos al primer plano mediático, tras su intervención en la entrega de los Martín Fierro, y un grupo estrecho de colaboradores, además de las empresas que aportaron económicamente.
Mientras tanto, un hombre de flequillo, de 85 años, con un magnetismo que permanece incólume, que demostró que no son sólo palabras las que expresó en una parte de la conferencia de prensa: cuando se le preguntó de qué manera interpretaba la fidelidad de la gente para con él, respondió: “el secreto está en que recibo la misma ternura que siempre entregué”.
Foto: Carlos Balá Blogspot