Cascabel 0 632

El peligro de observar el fenómeno del narcotráfico únicamente a partir de los medios de comunicación, y no el hecho que la desigualdad por la trama de los negocios ilegales genera muchísimas experiencias vitales y sociales, las que habitualmente desconocemos.

Hay dos líneas paralelas que nunca van encontrar un punto de unión: por un lado, la crónica del relato y el “hay que”, y por el otro, la realidad que nos cruza como sociedad, cual es el problema del narcotráfico y la violencia que venimos sufriendo; pasa el tiempo y se profundiza cada vez más.
Los responsables de modificar esta realidad son los representantes de los tres Poderes, donde solo hacen catarsis con sus crónicas simplista a un problema tan complejo, siguen hablando de la nada misma, justificando que están haciendo algo; personalmente no creo en su inocencia y menos que desconozcan donde está el problema, la otra línea es la realidad, en la que Rosario rompió su récord de asesinatos.

La cuenta oficial ya alcanzó las 266 muertes violentas en lo que va del año, solo escuchamos relatos, de móviles, cámaras, fuerzas armadas sitiando barrios, pero las noticias policiales, en la mayoría de los medios, refieren a la complicidad de las fuerzas policiales. Creemos que, sin complicidad política de algunos actores de la justicia, no existiría el delito.
En nuestra provincia de Santa Fe hay fiscales presos, jefes policiales e integrantes de las fuerzas, pero estos puntos no se analizan.

El pasado septiembre participamos del Cuarto Congreso realizado en la Facultad de Derecho de la UNR, jornada organizada por el Grupo de Estudios Penales y Criminológicos (Gepic) del Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Flor de Irupé, de la que participaron: el ministro de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Daniel Erbetta, la directora de la Regional Rosario del MPA, María Eugenia Irribarren, la diputada provincial Matilde Bruera, el criminólogo Enrique Font, el periodista Emilio Ruchansky, y representantes de las asociaciones cannábicas AREC y AUPC.

En la nota del periodista Claudio Socolsky, en Rosario 12, éste destaca a la antropóloga Edith Cámpora, directora del Centro de Abordajes Interdisciplinarios de lo Sociocultural de la UNR, “Los mundos académicos, judiciales y sociales deben dialogar para posibilitar, como mínimo, un diagnóstico certero de la situación de la ciudad que permita resolverlo. Si nosotros tapamos el conflicto lo que hacemos es provocarlo, profundizarlo, y esperar sentados las consecuencias de ese conflicto”, planteó la investigadora.

“La trama de la desigualdad por la trama de los negocios ilegales genera muchísimas experiencias vitales y sociales, las que estamos desconociendo, porque observamos el fenómeno del narcotráfico a partir de los medios de comunicación“, agregó, para luego remarcar: “Hay que poder pensar realmente cuál es la trama que nos están proponiendo y cómo podemos desarmarla, yo creo que con mayor igualdad, mayor diálogo interdisciplinario y mayor compromiso ciudadano frente a las cifras que vemos cotidianamente”.

Coincidimos plenamente con Edith Cámpora. No hay un proyecto político amplio para llevar adelante políticas de Estado, debiera realizarse una convocatoria con los sectores representativos de la política, ampliada a la mayoría de la ciudadanía, Vecinales, Facultades, Colegios, Centros de Estudiantes, Sociólogos entre otros.
Discutir, proponiendo un plazo de tiempo que sea necesario, y aplicar como políticas de Estado ese proyecto, que esté basado en lo social y no en la estigmatización de los sectores postergados, y no con más represión, como suele proponerse cuando se habla del problema, junto a la la construcción de más derechos, y más seguridad. Las cárceles son depósitos de seres humanos, de la mano de la justicia que juzga y encarcela a un sector social que el sistema marginó.

No hay igualdad, ya que los causantes de estas angustias que viven los necesitados se manejan con total impunidad, y la justicia no sabe ni quiere juzgarlos.
Al respecto, el diputado provincial Carlos Del Frade presentó un informe y formuló preguntas. El legislador identificó 90 bandas que operan en la provincia, el departamento o ciudad donde prevalecen sus principales referentes. “Detrás de esos nombres hay mucho dolor de la gente”. Las crónicas y la realidad nunca se quieren juntar, está a la vista que todos conocen de qué se trata ésto, pero las soluciones no se ven en un horizonte cercano.

Finalizo con una fábula de Esopo:
“Había una vez unos ratones que vivían atemorizados por un gato. Cada vez que salían a por comida, el gato los perseguía. Hacía semanas que no comían nada. Entonces, uno de los ratones tuvo una idea:
— ¡Ya sé que hacer! Pondremos un cascabel al gato. Así lo oiremos a tiempo y podremos escapar.

— ¡Qué buena idea!, contestó el ratón más viejo, pero, ¿quién será el valiente que le ponga el cascabel?

Rubén Eduardo Kelo Moreno

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Muerte de José Luis Cabezas, en un nuevo aniversario de su asesinato 0 583

Cuando mataron a José Luis Cabezas nos mataron a todos, recuerdo la angustia que produjo en todos los sectores sociales, nos sentimos solos, desprotegidos ante el poder que no se ve pero volvía a matar para amenazar y decirnos mandamos nosotros, somos impunes, la Argentina como hoy vemos, era una ensalada de trascendidos, mentiras, versiones ilógicas. pero esa indignación nos unió en una frase que representó el sentimiento popular todos somos cabezas, resulta difícil con la impunidad del poder decir Nunca Más pero muchos seguimos construyendo con militancia, compromiso en lo colectivo, hoy debemos ser conscientes de la importancia de la unidad para romper estas paredes que nos tapan de injusticias , no a cualquier costo, sí contemplando las diferencias y promoviendo los consensos en una gran resistencia contra este mismo poder que sigue volviendo con otros rostros.

Rubén Kelo Moreno

Reconstruir 0 459

Cuando hablamos de la dictadura y lo que sigue generando, no se lo toma con seriedad y se lo ve como algo lejano, sin poner atención a todo lo que vino después, su economía, y parte de esa cultura que sigue vigente para una gran mayoría que no analiza lo que fue, y el porqué de esos años que nos cruzaron como sociedad.

Desde la política se trató de cerrar ese modelo impuesto, que tuvo tres etapas: la del 76, los 90 y la tercera, entre el 2015 ,2019.
Este gobierno, que venía a traer dignidad con políticas populares, sigue apostando a esos caminos de la desigualdad, garantizándolos y excusándose en que no existen otros medios para cambiar.

Nada es casualidad sino consecuencia, y las palabras, si no reflejan la realidad, son solo eso, palabras bonitas en frases armadas. No podemos negar la realidad, pero necesitamos hacer un esfuerzo para entenderla. Creemos que, efectivamente, esos sectores del poder están cosechando lo que sembraron con sangre y muerte en los 70, que cultivaron en los 40 años de esta democracia que supimos conseguir.

Se empeñaron en hacer de la política una mala palabra, y que la solución es profundizar esas prácticas quitando derechos con violencia sumando más marginalidad.

Claro que la historia no es lineal, está hecha de marchas y contra marchas. La expresión, más o menos vehemente, de los conflictos de clase es lo que mueve el amperímetro. Y, o bien permite la bajada de crudas políticas neoliberales que se profundizan día a día y ninguno de los que han estado en el poder ha podido, sabido o querido solucionarlas. Aunque con la necesidad de una articulación más eficiente, la resistencia está.

Por más que la manipulación de los medios la niegue, las distintas movilizaciones docentes y de muchos gremios, donde la masividad les impide ocultarlas, las muestren a su modo, para el desprestigio y la espectacularización del hecho político.

Las marchas de “paren de fumigarnos”, la defensa de los pueblos originarios recuperando territorios, las marchas de los 24 de marzo con miles de personas recorriendo las calles, diciendo Nunca más a golpes de estado, la histórica del 2×1, el llenado de plazas con pañuelos blancos, emblemas de la resistencia por memoria, verdad y justicia, todas estas manifestaciones no se pueden tapar con una mano.

Los grandes medios desinforman y mucha gente repite. No negamos la violencia, que existe y es cruel, pero ya está probado que no se detiene con más muertes.

El problema de la seguridad no tiene nada que ver con la pérdida de garantías. Todo lo contrario, garantizar los derechos humanos básicos es más seguridad.

La violencia institucional, las asociaciones ilícitas que aparecen diariamente en los diarios, éste es el mensaje descarado: actúen que serán protegidos. Necesitamos justicia, derechos, igualdad, comprensión, amor, debemos ser capaces de construir otra cosa, y aún estamos lejos de contar con una alternativa política que realmente dé vuelta la tortilla, cambie el paradigma. Que no tenga todas las soluciones, que se pregunte, que escuche lo colectivo y que todo lo que vivimos como sociedad lo carguemos de contenido político.

 

Ruben Eduardo Kelo Moreno

 

 

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