Lo hicieron en referencia a la que se realizó el sábado 3 de marzo, en calles Islas Malvinas entre Colón y Ayacucho. Ante la queja a la policía por el elevado volumen de la música, aducen que recibieron como respuesta que la organización había obtenido autorización del municipio, entre otros requisitos.
No sólo la música en altísimo nivel provocó la protesta, sin los ruidos molestos por el caudal de tránsito que se generó en la zona.
Los vecinos en cuestión solicitaron una reunión, que se realizaría en el Concejo el martes de la semana próxima, con presencia de Guardia Urbana, el secretario de Gobierno del municipio, y el expediente donde figure el trámite de habilitación de la mencionada actividad.
El de las fiestas privadas constituye un tema en danza desde hace varias temporadas. Este tipo de reuniones adquirió una popularidad inusitada, jaqueando a las tradicionales noches de sábado en discotecas, las que de a poco fueron perdiendo terreno hasta obligar a sus dueños a organizar esas mismas fiestas en otro lugar que no fuese su propio boliche.
También cuentan con ventajas incomparables para sus promotores: están de moda, se publicitan a través de redes sociales, los tickets son comprados con mucha anticipación lo que brinda previsibilidad, los gastos fijos son mucho menores ya que se suelen encarar a modo cooperativa: un grupo invierte en bebidas y luego realiza la tarea de atención a los presentes, entre otras.
Los vecinos protestaron por carta por la realizada el 3 de marzo en la zona descripta, pero en anteriores oportunidades la reacción fue intempestiva, llegando a incendiarse un auto.
Entre lo que significa la justicia, la reglamentación y la imposición de usos y costumbres, el debate está abierto.
Originada en una nota de: En el Recinto