Desde hace meses, los dirigentes de las cámaras que agrupan a industriales santafesinos en general, y a los del mueble en particular, vienen alertando sobre el deterioro de las condiciones en que se desarrolla la actividad, y que se resumen en una baja alarmante de la actividad, motivada por el alto costo financiero para las empresas, la importación indiscriminada, y por sobre todo la contracción en el poder de compra de los argentinos. Todo ello motivó reducción de jornadas laborales, suspensiones y despidos.
En ese marco, un título como el de Cañada de Gómez capital provincial del mueble parece extemporáneo, si al enunciado no se lo acompaña por eso por lo que se viene peleando: un cambio de rumbo para que la actividad subsista, y no quede nada más que un cartel sobre las ruinas.