Un hombre de 76 años, que vive en Ayacucho al 200, denunció a la policía que al levantarse el martes a la mañana, descubrió que del le habían robado el televisor, un aparato de 32 pulgadas.
Lo curioso reside en que la propiedad no presentaba ninguna abertura violentada, sino que alguien ingresó tranquilamente y mientras el propietario se encontraba entregado al sueño, consumó el despojo, en un sitio en el que no existen cámaras de seguridad ni testigos que aporten datos.