Cuarenta y cinco años en la ciudad hicieron que el religioso, muerto a los 91 años, transcurriera la mitad de su vida en Cañada.
Considerado un erudito en temas teológicos, se hizo cargo de la parroquia local en un momento en que su grey sufría una profunda división, luego de la partida del Padre Armando Amiratti.
Retirado desde hacía un tiempo de la actividad pastoral, el Presbítero continuaba en la ciudad, que ahora lo despide con el velatorio en el templo, para ser inhumado el lunes por la tarde, previa misa a las 15.30.