Pedro Aznar, monumental autor e intérprete, pasó por Cañada de Gómez por segunda vez en su vida, y dejó a la gente que lo vio en el teatro con esa indescriptible sensación que sienten algunas veces quienes acuden a ver música, la seguridad que cada vez que se lo mencione al artista, podrán decir ‘yo lo ví cuando vino al Verdi en el 2021’.
Solo en el escenario, con múltiples guitarras, acústicas de seis y doce cuerdas, eléctricas, un teclado y su bajo con el que mostró una vez más su virtuosismo extremo en un solo tema, Aznar se despachó con hora cuarenta larga de canciones propias, muchas familiares al oído, otras no tanto, a las que agregó tres obras nuevas que pronto saldrán editadas. También expuso su capacidad para tocar bien cualquier cosa que le arrimen, y entonces aparecieron Perfume de Carnaval, de Peteco, Strawberry Fields o Atahualpa, y la sensación de que ahí arriba en el escenario había varias personas tocando y no uno sólo.
El público, cañadense y de otros lados, estuvo particularmente receptivo, y en muchas canciones la devolución en coros y estribillos estuvo a la altura del convite.
En un tramo de la noche contó que en una nota telefónica (N de la R: realizada por Mario Chiappino, testigo del hecho de entonces) que le hicieron recordar que 43 años atrás había actuado en Cañada. En efecto, el entonces adolescente y desconocido Pedro Aznar llegó con Serú Girán, cuando la banda recién arrancaba, para una curiosa presentación en Macako’s, ante un puñado de pibes en su mayoría fans de Charly García y todo lo que tocara, y otro grupete más veterano que casi se agarra a las trompadas con los músicos .
Entre esa noche de locos y la de este jueves, el todavía así mencionado Pedrito Aznar supo construir una obra que sigue marcando senderos y no para de crecer.
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