Desde su creación, el sistema de protección comunitaria ha tenido la oportunidad de demostrar a la comunidad su gran utilidad. Son dos los modos en los que estas instalaciones sirven a la ciudad: en primer término, como elemento persuasivo, a través de la cartelería que anuncia la presencia de las cámaras de video, dando a entender a los posibles malhechores que este no es lugar donde sus fechorías queden impunes.
Y en segunda instancia, a través del material de video, que a través de un ajustado protocolo de privacidad, se ha puesto a disposición de las autoridades. En el último período se han respondido 32 solicitudes de material grabado, conteniendo más de 3500 archivos de video que suman arriba de 300 horas de video que han hecho posible el esclarecimiento de robos, pintadas de frentes, y destrucción de elementos en sectores públicos. Además, y como efecto colateral, se ha podido observar una mejora en el comportamiento de los conductores de vehículos de todo tipo, que sabiéndose observados, mejoran su conducta al volante. El sistema es, en síntesis, un mecanismo que aporta una cuota de seguridad a la comunidad, y que, sin dudas, no parará de crecer, ampliando su cobertura en cuanto a densidad de cámaras, y extendiéndose hacia las áreas industriales y accesos lindantes a la ciudad.
