Un médico cañadense que trabaja en Madrid y relató su dramática experiencia actual 0 1677

Julián Crosa vive en España desde 2018. Nacido en Cañada de Gómez, vivió en la ciudad hasta finalizar el secundario, cuando marchó a Rosario a estudiar. Es hijo de Luis Crosa, un querido traumatólogo fallecido el año anterior, y cuenta su vida en medio de la pandemia, en una nota aparecida en diario La Capital, que se transcribe.

Un médico rosarino en Madrid decide entre la vida y la muerte
Julián Crosa jamás imaginó los efectos dramáticos del coronavirus. Le dijeron que podía sufrir estrés postraumático.

Por Andrés Actís / Especial para La Capital

A Julián le gustaría tener una máquina del tiempo. No para trasladarse a su feliz infancia en Cañada de Gómez. Tampoco para revivir aquellos años universitarios de estudio y diversión en Rosario. Quiere viajar tan solo unas semanas atrás, a fines de febrero, para decirse a sí mismo que deje de usar la palabra exagerado para referirse al coronavirus. “Es una simple gripe”, repetía, ingenuo, aquel Julián cuando en España (país en el que está radicado desde principios de 2018) empezaba a crecer el temor por el coronavirus. Se lo decía a Carolina, su mujer, a su familia y amigos en Argentina, y a algunos colegas. “Si el Julián de febrero escuchase al Julián de marzo diría que es un paranoico. Lamentablemente, el que lleva la razón es el de marzo”, dice desde su casa, en su día de franco, tras unas guardias médicas que difícilmente olvidará.

Julián se apellida Crosa Ruíz (en España se usan ambos apellidos, del padre y de la madre), es rosarino, tiene 32 años y es cardiólogo. Estudió la carrera de Medicina en el Instituto Universitario Italiano de Rosario. Hizo su residencia —y fue jefe del departamento— en el ex Sanatorio Julio Corso. Trabajó en Los Arroyos, en el Sanatorio Centro, e hizo guardias de terapia intensiva en efectores de San Nicolás y Ramallo. Se especializó en electrofisiología (ciencia que estudia los procesos eléctricos que transcurren en el corazón) y no dudó en armar las valijas para perfeccionar su formación en el exterior. El destino: Madrid.

Llegó solo. Con su pasaporte argentino y su título bajo el brazo. Más tarde viajó Carolina (también médica) y fruto del reencuentro nació Tabaré. Los primeros tiempos fueron duros. Julián se dividía entre su formación en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y el trabajo ad honórem en la unidad de arritmia de la clínica privada La Luz. Al no poder homologar su título —el trámite salió recién a principios de este año—, no pudo conseguir ningún contrato formal. La familia tiró de los ahorros para sobrevivir.

La moneda empezaba a cambiar de cara en este 2020. Al regularizar su situación, en la clínica privada le iban a hacer su primer contrato. Pero apareció el conoravirus, la eclosión de la pandemia en España, y la firma quedó pospuesta para más adelante. “No lo podía creer. Tenía mucha bronca. Porque además para esas fechas cancelaron un congreso al que iba a asistir en Valencia. Pienso que ese enojo también hizo mella en mi escepticismo inicial con el virus”, reconoce.

Julián, como todos los españoles, se encerró en su casa para acatar el Estado de Alarma, una medida que sigue vigente, al menos, hasta el 26 de abril. Su teléfono sonó a los pocos días de decretarse el confinamiento. Sus jefes lo necesitaban. Por el colapso en la sanidad pública, el gobierno decidió intervenir los sanatorios privados, ajenos hasta ese entones a la pandemia. Los pacientes con coronavirus (la mayoría derivados de hospitales públicos) empezaron a llenar todas las plantas de la clínica La Luz. Se cancelaron todos los procedimientos programados y se dejó tan solo un corredor para urgencias ajenas al virus. Actualmente, hay más de 130 enfermos internados con Covid-19 (cuatro plantas enteras), de los cuales 20 están en terapia intensiva.

“Cuando empecé a trabajar mandé audios a amigos y a la familia en Argentina diciendo que no era una gripe común y que es un virus para cagarse en las patas. Yo pensaba que nada me iba a sobrepasar, acostumbrado a trabajar en unidades coronarias en las que se te mueren pacientes todo el tiempo. Pero me choqué con la realidad. Todo fue más duro de lo que esperaba”, dice.

La segunda subestimación al virus llegó puertas adentro de la clínica, ya con el Equipo de Protección Individual (EPI) que por estos días usan médicos y enfermeros: “Los psicólogos nos habían adelantado que podíamos sufrir síndrome de estrés postraumático, igual a los combatientes de una guerra. Recuerdo que ese día llegué a casa y le dije a Caro que todo me parecía bastante exagerado, que yo de arriba estaba bastante entero. La verdad es que se me quemaron los papales en la primera guardia en terapia intensiva”.

Esa noche, Julián tuvo que ser “Dios y juez”. Tuvo que decidir a quién otorgarle una cama y un respirador, a qué paciente darle la oportunidad de vivir, y a cuál dejar en una silenciosa agonía. Ese “filtro”, tan común en la medicina de guerra, se convirtió, lamentablemente, en una práctica común entre los médicos españoles. En medio del colapso, la esperanza de vida define el destino de muchos enfermos.

Julián dice que el “desgaste físico es lo de menos”, que todo médico está preparado para “poner el cuerpo”. Pero que ninguna formación, ninguna residencia, ninguna especialización prepara “la cabeza” para una situación límite como la que se vive hoy en día en los hospitales españoles. Restringido el acceso de los familiares, los profesionales sanitarios son el único sostén emocional de los enfermos.

Sobre el virus, dice que lo más preocupante es cómo personas que están estables “empeoran de un momento a otro”. “Pacientes que están en la franja de los 60 se mueren en nada”, lamenta. El patrón de complicaciones que ve en su clínica es el mismo que se repite en la mayoría de los hospitales del mundo: enfermos de edad avanzada con patologías previas. “Pero ojo que nadie está a salvo. Me tocó atender a un muchacho de 37 años, sano, que entró a la clínica sin aire”, aclara.
Julián dice tener una sola recomendación para los argentinos que lean su testimonio de vida: “Por favor, quedate en casa”.

 

Foto y publicación de La Capital

 

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Firman un convenio con Provincia para obras en el Arroyo 0 141

El intendente Matías Chale junto a otras autoridades comunales del Departamento Iriondo, firmó el viernes pasado en casa del Senado, con la presencia de la vice gobernadora, Gisela Scaglia, el convenio entre Municipio y Gobierno provincial del Programa de Obras Urbanas del Ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat de Santa Fe.
En nuestra ciudad se llevará adelante la puesta en valor del Arroyo, para hacer la parquización en todo el tramo urbano, con iluminación y saneamiento, con una inversión de 578 millones de pesos.
“Gracias al gobernador Maximiliano Pullaro y la vice gobernadora Gisela Scaglia por permitirnos poder llevar adelante esta importante obra para todos los cañadenses”, expresó el intendente.

La Provincia invertirá más de mil millones en obras de infraestructura para Iriondo 0 179

La Casa del Senado fue escenario de un evento trascendental para el futuro de Iriondo, donde el senador Hugo Jesús Rasetto, acompañado por la vicegobernadora Gisela Scaglia y autoridades de las localidades del departamento, realizaron la firma de convenios del Programa de Obras Urbanas (POU). Este programa, del Ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat de Santa Fe a cargo del ministro Lisandro Enrico, marca un gran compromiso de la provincia con el desarrollo urbano y la calidad de vida de los ciudadanos.

Los convenios firmados representan una inversión total de $1.112.879.178, destinados a realizar obras significativas en las localidades de Oliveros, Carrizales, Pueblo Andino, Clason, Bustinza, Correa, Villa Eloísa, Cañada de Gómez y Totoras. Cabe destacar que días atrás realizó la firma la Comuna de Salto Grande y pronto la realizarán las comunas de Serodino y Lucio V. López cubriendo así todo el territorio del departamento. Estas inversiones aseguran la ejecución de proyectos que mejorarán la infraestructura y los servicios, contribuyendo al crecimiento sostenible y al bienestar de la comunidad.

El senador Rasetto expresó su entusiasmo y compromiso con este proyecto: “Hoy es un día de celebración para Iriondo. Con la firma de estos convenios, reafirmamos nuestro compromiso con el progreso y la prosperidad de cada rincón de nuestro departamento. Estas obras no solo mejorarán la infraestructura actual, sino que también abrirán nuevas oportunidades para nuestros ciudadanos. Es un paso más hacia nuestro objetivo de hacer de Iriondo el mejor lugar del mundo para vivir.”

Por último, el Senador agradeció “Quiero expresar mi profundo agradecimiento al gobernador Pullaro y al ministro Enrico por su visión y liderazgo en la creación de este programa. Su implementación, con fondos provinciales, va a permitir que cada localidad de nuestra provincia pueda llevar a cabo las obras públicas urbanas que consideran más necesarias y que han sido largamente anheladas. Además, hay que destacar que este programa trasciende las divisiones partidarias, lo cual se ha demostrado con el ejemplo unificador de Iriondo, donde todos los presidentes comunales e intendentes, independientemente de su afiliación política, han firmado y recibirán los fondos para el desarrollo de nuestro departamento.”

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