El placero que se encarga del mantenimiento de la plaza encontró ambos objetos, dos urnas de las que se utilizan para contener cenizas produjo de la cremación de restos mortales. Una estaba abierta, y las cenizas desparramadas sobre un cantero.
El curioso hecho coincide con la disposición eclesial conocida en los últimos días, sobre la prohibición de la Iglesia a que las cenizas producto de ese procedimiento sean esparcidas en el medio ambiente, en lugar de ser enterradas.