La Asociación Cañadense de Básquet, con su presidente Claudio Bragalenti al frente, fue anfitriona de una personalidad destacada del deporte.
Nicolás Brussino, con la medalla recientemente ganada junto al seleccionado argentino en los Panalericanos de Lima, y de fente al próximo Mundial, estuvo en la casa acompañado por su padre, en un encuentro con dirigentes de clubes locales, la dirigencia de la asociación y el periodismo. Allí se le entregaron camisetas, entre ellas la de la Asociación, recordando su paso por distintas instancias.
Bragalenti abrió la reunión recordando lo que significó la generación que cobijó a Nico en las categorías juveniles, que concordó con una serie de continuados triunfos ante los clásicos rivales rosarinos. Afloraron entonces, de parte de quienes fueron testigos del crecimiento basquetbolístico del hoy jugador del Zaragoza y el seleccionado, infinidad de anécdotas que ya desde chico lo tenían como un protagonista que parecía destinado a lo que finalmente aconteció, a partir de su destacado presente en ese deporte.
Paralelamente, resultó otro testimonio, el de una dirigencia como la cañadense, que apunta a la formación antes que al éxito a cualquier costo, y el del entorno familiar de, en este caso de Brussino pero que se puede trasladar tranquilamente a cualquier chico que surgido de los infantiles de nuestros clubes transita por las canchas del país y del mundo, familias que acompañan a sus pibes en toda circunstancia, en derrota o victoria, atrás de una pasión deportiva.