El episodio se desarrolló entre el miércoles al mediodía, cuando la dueña dejó el lugar, ubicado en Centenario al 300, y la mañana siguiente, cuando regresó y se encontró con la escena que dejó el delincuente.
Puertas y ventanas abiertas, el destornillador con el que se ayudó a ingresar, y ninguna pertenencia faltante.