Cañada de Gómez, Santa Fe. Argentina.
Cuarentena, día 8.
Comienza una nueva semana de cuarentena. Las calles de la ciudad están vacías. Extrañas las mismas caras que estabas cansado de ver. La pelota ya no corre por el césped, ni rebota en el parquet. La forma de vivir se ve totalmente expuesta a cambios radicales y nos genera pánico. Psicólogos y profesionales se ponen al servicio de la ciudadanía para ser consultados gratuitamente. Esta vez, el enemigo no es el del equipo rival, tampoco lo es el que piensa distinto. Ésta vez el enemigo está oculto. Se ríe de nosotros mientras caminamos, y se multiplica a medida que nuestros pies suman pasos. En silencio, sigilosamente, se va adentrando en nuestras vidas. Todavía no lo sentimos, no lo percibimos, aún lo notamos distante. Pero está acá, ya llegó y está entre nosotros. Nuestra única arma es la acción de hacer nada , o podemos también decir la no acción. Parece una contradicción, pero así lo es.
Las medidas tomadas por el Presidente Alberto Fernández y su gabinete fueron aceptadas por la sociedad en su conjunto. No creo que haya habido en la historia de nuestro país un acatamiento de ésta magnitud. Definamos ésto: el acatamiento a las órdenes declaradas por el Estado puede ser forzoso o voluntario. A lo que me refiero con acatamiento forzoso es a la negación y al desacuerdo de éste, por ejemplo el estado de sitio declarado por gobiernos de facto; en el caso de un acatamiento voluntario, si bien hay una orden y debe ser cumplida, no existe rechazo por parte de la sociedad.
No creo que haya precedentes inmediatos y me atrevo a decir que no los hay en la historia nacional, de un acuerdo tácito entre los ciudadanos y el Estado. Qué paradójico es que la globalización nos vuelva más individualistas, y que la cuarentena nos una como sociedad. El pueblo argentino y la comunidad mundial en su totalidad aplaudió la rápida acción del gobierno argentino.
Países como Brasil, Estados Unidos, México, entre otros, no le dieron importancia a la pandemia. Hoy tienen grandes focos de infección y muy poco margen para poder dar marcha atrás, prevenir y controlar el contagio.
La economía es un factor importante y determinante en la vida de cada uno de nosotros, para el país y para el mundo. No hay certezas de lo que pasará con la economía global. Las grandes potencias se vieron afectadas por la pandemia y el mercado financiero se puso en jaque. Nuestra Nación, en conjunto con el grupo de los 20, está promoviendo un plan mundial de ayuda para los países más pobres.
En nuestro país, el gobierno puso por
delante las cuestiones sanitarias por sobre las económicas. Tomó medidas para sostener las economías de las clases bajas y de los sectores medios, así como también de todos aquéllos que dejaron de producir y trabajar por motivos de salud. Esto generará, sin dudas, una emisión de dinero que traerá por consiguiente inflación. ¿Por qué? Porque se destina dinero y no hay actividad en el mercado. Es una medida eficaz en respuesta a un problema inmediato, pero problemático a mediano y largo plazo. ¿Está bien? ¿Está mal?
¿Quien me lo puede decir?
El caso concreto es que a un trabajador al que suspenden por inactividad en la fábrica, va a tener un apoyo para poder subsistir unos días. La mujer que se quedó sin trabajo porque la tienda de ropa cerró temporalmente, va a percibir la ayuda del gobierno. A su vez el dueño de ese local de ropa que cerró temporalmente, recibirá ayuda del gobierno para no pagar alquiler, impuestos y cargas sociales por inactividad. Todas decisiones sensatas y humanitarias, a las cuales nadie discute.
Lo que a muchos les genera incertidumbre y pánico es ¿qué pasará con la economía después?. Hay personas que imaginan un colapso en la economía y auguran lo peor.
Pero, ¿saben qué? vivimos en Argentina, y la triste la realidad es que nunca sabemos qué va a a pasar mañana. Vivimos en un país impredecible, donde el dólar vuela y a la inflación le gusta jugar en el ascensor. Y siempre nuestro pueblo sale de las malas laburando. El “gringo”, el comerciante, los profesionales, absolutamente todos vamos a poner el lomo y salir adelante, como lo marca nuestra historia.
Hoy lo importante es la salud de los nuestros, hoy la patria está siendo dañada y tenemos la responsabilidad moral y jurídica de hacerle frente. ¿Cómo? Quedándonos en nuestros hogares.
¿Querés ayudar? Quedáte en tu casa. Hay miles de profesionales de la salud poniendo en juego su propia vida, miles de empleados de las fuerzas de seguridad en la calle exponiéndose al virus, muchísimos empleados de comercios que deben seguir abiertos para proveernos alimentos y artículos de primera necesidad, también expuestos a contagio. Seamos respetuosos y sobre todo, RESPONSABLES. No juguemos con la vida de los demás.
Ayer por la tarde recibí la triste noticia del fallecimiento del padre de un amigo italiano a causa del virus. Se me desgarra el corazón y se me hiela la sangre al solo hecho de imaginar ver morir a mis padres, tendidos en una cama, sin poder hacer absolutamente
nada. No se lo deseo absolutamente a nadie.
Los días de fútbol van a volver, y ¿qué mejor que vivirlo con los tuyos?. Todo regresará a la normalidad, y ¿qué mejor que compartir unos mates y charlar con los que querés?. Seamos
pacientes. No vivamos con la culpa de saber que pudimos haber hecho las cosas bien. No vivamos arrepentidos. Sigamos con la conciencia tranquila de haber respetado las normas y de haber asumido nuestra responsabilidad.
Agustín Opezzo.
27/03/2020