En cada charla, las reflexiones de Discépolo marcaban un camino para la discusión, criticando las banalidades de la oposición, de una cultura que hoy, a pesar de que pasaron tantos años, está más vigente que nunca.
De “Mordisquito” Discépolo dejó esta reflexión para todos los tiempos y cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia:
“Resulta que antes no te importaba nada y ahora te importa todo, sobre todo lo chiquito. Pasaste de náufrago a financista sin bajarte del bote. Vos, sí, vos, que ya estabas acostumbrado a saber que tu patria era la factoría de alguien y te encontraste con que te hacían el regalo de una patria nueva, y entonces, en vez de dar las gracias por el sobretodo de vicuña, dijiste que había una pelusa en la manga y que vos no lo querías derecho sino cruzado.
¡Pero con el sobretodo te quedaste!… Entonces, ¿qué me vas a contar a mí? ¿A quién le llevás la contra? Antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Y protestas. ¿Y por qué protestas? ¡Ah, no hay té de Ceilán! (El té de Ceilán es aquel que se produce en la isla de Sri Lanka, ubicada en el Océano Índico, al sudeste de la India. Ceilán o Ceylon (nombre que adoptó el país en el período que fue colonia británica) es el cuarto país productor de té del mundo, detrás de China, India y Kenia).
Norberto Galasso, en “Mordisquito, ¡a mí no me la vas a contar!”, donde se reproducen las 39 charlas de Discépolo, julio de 1985, a modo de introducción de su libro: Enrique Santos Discépolo ha sido una de las tantas víctimas de la deformación cultural operada por el aparato ideológico colonial, dirigido a obnubilar nuestro pensamiento.
A través de esa “colonización pedagógica”, como la llamaba Jauretche, la clase dominante aniquila en vida y aún después de muertos a quienes osan quebrar los cánones establecidos, y cuando le resulta imposible el silenciamiento, procede a tergiversar su mensaje intentando esterilizarlo.
Así fabrica un Homero Manzi nostálgico, para escabullir al fundador de FORJA; un Guido y Spano lírico que recibe en la cama a los chicos del colegio, para ocultar al acusador del mitrismo en la guerra de la Triple Alianza, y un Felipe Varela que “matando viene y se va”, para esconder al caudillo que convoca a la unión latinoamericana contra la opresión extranjera.
Mordisquito también le hablaba al poder y le preguntaba para que quieren volver si su historia es del desprecio hacia las mayorías y el poder para unos pocos, despreciando la dignidad del trabajo y las mayorías populares.
Mordisquito, ellos siempre están volviendo, se reciclan y encuentran campos propicios para la desmemoria, imponiéndose mientras utilizan a propios y extraños. Volvieron con los bombardeos, instalaron la proscripción, enmudecieron palabras prohibiéndolas; se logró volver después de tantas luchas, pero aun así produjeron la dictadura más sangrienta de nuestra historia: desaparecieron a 30.000, quebraron la economía solo para el beneficio de unos pocos, esa matriz económica que pintada de varios colores sigue estando vigente.
Creímos volver con la democracia ellos agazapados producen un golpe económico, y engañando como populares disfrazados con ponchos y patillas arriba de un caballo se transformaron para entregar todo de rodillas, vaciaron los partidos, impusieron leyes laborales y nos volvieron a sumergir en la pobreza.
Por qué será que nos cuesta tanto volver, y a ellos les resulta tan fácil, más aún en tiempo de crisis y descontento social, el pueblo en su confusión los toma como salvadores de la crisis y solo la profundizan, cuatro años de unos de los peores gobiernos de la historia, nos robaron la dignidad y derechos… Te resucitaron, Mordisquito. Con tus palabras en boca de actores (que también creyeron que se volvía para siempre) se armó toda una mística para decorar un caballo como el de Troya, pero de nacional y popular aparecieron residuos del anterior gobierno, para continuar con políticas más profundas que el neoliberalismo.
Sólo un ejemplo de que siempre vuelven: jubilados tres veces más pobres, son sinceros, te dicen que vinieron ajustar. “Mordisquito, ¡a mí no me la vas a contar!” Siempre vuelven, pero también se forman los anticuerpos populares para que no logren ponerles el moño a estas políticas que solo traen angustias, tus predicas también van a volver y se quedarán para siempre, porque hay un pueblo que sigue llevando las banderas de la dignidad.
Rubén Eduardo Kelo Moreno