Pasaron siglos y continúan con esa cultura bestial, teniendo otros rostros y otras formas poco sutiles y no muy diferentes de aquellas.
Se habla del encuentro de dos mundos y no que uno se apropió del otro, imponiendo su cultura. Se está en la búsqueda de una tercera vía, en rescatar lo diferente como idea positivista de la existencia actual.
Creemos más en la idea de aquellos comprometidos a través del tiempo, con el dolor de ese pueblo invadido donde cada año se une en repudio a esa triste historia de muertes y saqueo a los hermanos originarios.
Si descubrieran nuevos mundos, repetirían la misma historia. Hoy, en España se revindica con grandes festejos a tremenda invasión, a diario vemos repetirlo, imponiendo con sus grandes buques de guerra y aviones que bombardean y matan inocentes, destruyendo países para quedarse con sus riquezas.
Continúan siendo una amenaza para las inocentes poblaciones del mundo, pasan los siglos y la humanidad reboza de historias de muertes.
Cada conmemoración se utiliza como efeméride y no como día de reflexión para que nunca más pase; tristemente vemos un mundo cerrado en sus fronteras, deshumanizado, violento y de desigualdades, controlado desde el poder, pero también avanza la unidad de los pueblos, en la hermandad cultural, en la búsqueda de un mundo lógico para todos.
Este mes de octubre no hay nada que festejar, pero sí mucho para construir. En 1975, el cantautor mexicano Gabino Palomares compuso “La maldición de Malinche”, una de las obras más representativas del movimiento de la Nueva Canción, en uno de sus párrafos inmortaliza lo que seguimos viviendo, a pesar del paso del tiempo.
Hoy, nos siguen llegando rubios/ y les abrimos la casa/ y los llamamos amigos/ pero si llega cansado/ un indio de andar la sierra/ lo humillamos y lo vemos/ como extraño por su tierra/ Tú/ hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero/ pero te vuelves soberbio/ con tus hermanos del pueblo/ Oh, maldición de Malinche…”
Hoy, un gobierno que se dice popular viola derechos con una mirada cíclope, a un empresario que por leyes totalmente ilógicas se le entregan tierras con un sentido de propiedad. Joe Lewis cierra el camino a Lago Escondido y se burla de fallos de la justicia, y el gobierno propone abrir otro camino.
En 1994, el Congreso Nacional sanciona con fuerza de ley el art. 75 inc 17, donde establece el reconocimiento de la preexistencia de los pueblos en el territorio nacional.
Los pueblos originarios han estado desde siempre, antes de la fundación del Estado Nacional. La Ley 26160 declaró la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país, y leyes que se le reconocen su propiedad, y son reprimidos por fuerzas estatales, excusándose con que respetan la
Ese desprecio persistente por el otro, el excluido, marginado, empobrecido, víctima del sistema; debemos revindicar colectivamente y de una vez la cultura de nuestros hermanos originarios, abriendo nuestros corazones, llevando la Wiphala, mostrando sus colores como signo de solidaridad por un mundo humanista para todos.
Rubén Eduardo Kelo Moreno