Hay dos líneas paralelas que nunca van encontrar un punto de unión: por un lado, la crónica del relato y el “hay que”, y por el otro, la realidad que nos cruza como sociedad, cual es el problema del narcotráfico y la violencia que venimos sufriendo; pasa el tiempo y se profundiza cada vez más.
Los responsables de modificar esta realidad son los representantes de los tres Poderes, donde solo hacen catarsis con sus crónicas simplista a un problema tan complejo, siguen hablando de la nada misma, justificando que están haciendo algo; personalmente no creo en su inocencia y menos que desconozcan donde está el problema, la otra línea es la realidad, en la que Rosario rompió su récord de asesinatos.
La cuenta oficial ya alcanzó las 266 muertes violentas en lo que va del año, solo escuchamos relatos, de móviles, cámaras, fuerzas armadas sitiando barrios, pero las noticias policiales, en la mayoría de los medios, refieren a la complicidad de las fuerzas policiales. Creemos que, sin complicidad política de algunos actores de la justicia, no existiría el delito.
En nuestra provincia de Santa Fe hay fiscales presos, jefes policiales e integrantes de las fuerzas, pero estos puntos no se analizan.
El pasado septiembre participamos del Cuarto Congreso realizado en la Facultad de Derecho de la UNR, jornada organizada por el Grupo de Estudios Penales y Criminológicos (Gepic) del Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Flor de Irupé, de la que participaron: el ministro de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Daniel Erbetta, la directora de la Regional Rosario del MPA, María Eugenia Irribarren, la diputada provincial Matilde Bruera, el criminólogo Enrique Font, el periodista Emilio Ruchansky, y representantes de las asociaciones cannábicas AREC y AUPC.
En la nota del periodista Claudio Socolsky, en Rosario 12, éste destaca a la antropóloga Edith Cámpora, directora del Centro de Abordajes Interdisciplinarios de lo Sociocultural de la UNR, “Los mundos académicos, judiciales y sociales deben dialogar para posibilitar, como mínimo, un diagnóstico certero de la situación de la ciudad que permita resolverlo. Si nosotros tapamos el conflicto lo que hacemos es provocarlo, profundizarlo, y esperar sentados las consecuencias de ese conflicto”, planteó la investigadora.
“La trama de la desigualdad por la trama de los negocios ilegales genera muchísimas experiencias vitales y sociales, las que estamos desconociendo, porque observamos el fenómeno del narcotráfico a partir de los medios de comunicación“, agregó, para luego remarcar: “Hay que poder pensar realmente cuál es la trama que nos están proponiendo y cómo podemos desarmarla, yo creo que con mayor igualdad, mayor diálogo interdisciplinario y mayor compromiso ciudadano frente a las cifras que vemos cotidianamente”.
Coincidimos plenamente con Edith Cámpora. No hay un proyecto político amplio para llevar adelante políticas de Estado, debiera realizarse una convocatoria con los sectores representativos de la política, ampliada a la mayoría de la ciudadanía, Vecinales, Facultades, Colegios, Centros de Estudiantes, Sociólogos entre otros.
Discutir, proponiendo un plazo de tiempo que sea necesario, y aplicar como políticas de Estado ese proyecto, que esté basado en lo social y no en la estigmatización de los sectores postergados, y no con más represión, como suele proponerse cuando se habla del problema, junto a la la construcción de más derechos, y más seguridad. Las cárceles son depósitos de seres humanos, de la mano de la justicia que juzga y encarcela a un sector social que el sistema marginó.
No hay igualdad, ya que los causantes de estas angustias que viven los necesitados se manejan con total impunidad, y la justicia no sabe ni quiere juzgarlos.
Al respecto, el diputado provincial Carlos Del Frade presentó un informe y formuló preguntas. El legislador identificó 90 bandas que operan en la provincia, el departamento o ciudad donde prevalecen sus principales referentes. “Detrás de esos nombres hay mucho dolor de la gente”. Las crónicas y la realidad nunca se quieren juntar, está a la vista que todos conocen de qué se trata ésto, pero las soluciones no se ven en un horizonte cercano.
Finalizo con una fábula de Esopo:
“Había una vez unos ratones que vivían atemorizados por un gato. Cada vez que salían a por comida, el gato los perseguía. Hacía semanas que no comían nada. Entonces, uno de los ratones tuvo una idea:
— ¡Ya sé que hacer! Pondremos un cascabel al gato. Así lo oiremos a tiempo y podremos escapar.
— ¡Qué buena idea!, contestó el ratón más viejo, pero, ¿quién será el valiente que le ponga el cascabel?
Rubén Eduardo Kelo Moreno