El primer impacto que tuve, con una figura que me erizó la piel, fue en los ’90, en Rosario. Me enteré que se realizaría un acto pidiendo justicia por María Soledad Morales, quien el 8 de septiembre de 1990, en Catamarca, fue drogada, violada, asesinada y arrojada en un descampado a la vera de la ruta. Su cuerpo fue encontrado dos días después en un basural a 7 km de la ciudad, en un caso que se convirtió en emblemático. Su amiga Marilyn Varela comenzó entonces a recorrer caminos pidiendo justicia.
Ese día, al finalizar el acto, me encontré con esa mujer de tanta personalidad, caminando junto a Marilyn.
Era Hebe, tantas cosas recorrieron mi cuerpo al saludarla, me quedé pensando en su lucha, en sus palabras en las que razonaba sobre este recorrido del poder y la impunidad.
Pasaron muchas cosas en el después: visita a la ciudad de Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario junto a todos los organismos de derechos humanos de esa ciudad, y a raíz de tan notables visitas se fundó en Cañada de Gómez el primer movimiento defensor de los DDHH .
Visitaron Cañada muchos referentes, como Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la paz. A Hebe la veíamos muy lejos, era difícil que pudiera realizar una visita. Comenzamos los contactos, y el día que dio el sí pareció un sueño, fue un 20 de junio del 2000.
Ni bien bajó del avión -antes de ese abrazo que seguirá presente en mí – me relató lo que pretendían hacer para impedir esa visita tan esperada desde algunos sectores de la ciudad, incluidos militantes históricos de doble faz; estaba horrorizada, manifestó que en tantos años de lucha nunca pensó pasar por esa situación de personas que conocía por referencias de su entorno .
“Todavía hoy no puedo creer que gasten tantas energías en perseguir ideologías, nunca van a entender que las Madres somos de todos y no de un grupo de iluminados”, me quedaron grabadas esas palabras.
A su paso por la ciudad realizó varias actividades, como charlas en colegios, programas de tv, debate en una biblioteca.
Lo que quiero resaltar como idea en esta nota son las conversaciones personales que compartimos durante los dos días que estuvo hospedada en casa, tantas preguntas y repuestas de una persona que recorrió gran parte del mundo llevando su lucha, conociendo grandes personajes que son historia como referentes.
Estuvo con Presidentes, dio ejemplo de la mirada que tenía sobre el mundo, y viendo lo que estamos pasando hoy. No solo estuvo con líderes políticos sino con artistas, escritores y personajes mundiales, no era casualidad; su formación intelectual, la mirada crítica de la realidad política y su poder de análisis, la hacía un ser admirable.
El 30 de abril de 1977 un grupo de Madres decidió ir a la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, para llevarle al presidente de facto Jorge Rafael Videla una carta reclamando por información sobre sus hijos. “Nos empezamos a juntar en la plaza. Hasta que un día vino la policía nos pegó y dijo: ‘Caminen’, y nos agarramos del brazo y empezamos a caminar de a dos”, recordó Bonafini. Así nació la emblemática protesta de las Madres: la marcha en círculos alrededor de la Pirámide de Mayo, el monumento en el centro de la plaza, el que simboliza la libertad. Decidieron repetir esta ceremonia todos los jueves de 15.30 a 16, un horario en el que el lugar estaba colmado de gente.
Ese octubre, las madres participaron de un tradicional evento religioso juvenil: la peregrinación a la Virgen de Luján
“Si hay un millón de jóvenes y los nuestros no están, tenemos que ir nosotros”, concluyó Bonafini.
Para reconocerse entre la muchedumbre adoptaron su icónico pañuelo blanco, que en un principio fabricaban con tela de pañales, como representación de sus hijos. Ese pañuelo se convirtió en su símbolo, y su marcha alrededor de la plaza en una pacífica pero poderosa forma de protesta que logró llamar la atención de Organismos de Derechos Humanos internacionales y de la prensa extranjera, en momentos en que casi todos los medios argentinos estaban censurados, o eran funcionales al gobierno de facto.
Le pasaron muchas cosas en la vida, y eso la situó de repente en un lugar inimaginable para ella. Cuando nos enteramos de su partida sentimos un profundo dolor, recorrido por imágenes y hechos que la tuvieron como protagonista. Hebe es una mujer de la historia, y sus banderas seguirán presente en los corazones militantes, en cada marcha por pedido de igualdad en derechos, nada tapará lo que fue, ni el negacionismo, menos la cultura histórica del odio a lo popular .
Rubén Eduardo Kelo Moreno