Las imágenes son elocuentes. Y si dudamos de las pantallas (lo bien que hacemos) basta con pasar por la esquina de San Martín y Primera Junta, para contemplar los árboles de la “plaza de la terminal” arrancados de raíz, dejando el terreno “limpio” para la futura cementación.
¿Cómo llegamos a ésto?
Resulta que Cañada de Gómez, desde hace muchos años tiene ubicada la terminal de ómnibus en un predio que no es propio. Y tarde o temprano el Centro Económico de la ciudad, dueño del terreno, vendría a reclamarlo. Más de una década de gestión para prever este asunto y sin embargo se salió a último momento a improvisar respuestas. Un método repetido por el gobierno municipal. Incluso pagamos una fortuna de dinero por el “plan estratégico” que, por ejemplo, no contempla esta problemática de la terminal. Por otro lado, tampoco traza el límite urbano imprescindible para diagramar por donde crece la ciudad y para controlar las fumigaciones cerca de los vecinos.
La gestión, en busca de una solución e interpelada por los arquitectos de la ciudad, consultó con los expertos. A pesar de las recomendaciones siguió en marcha con el plan que tenían en mente, avanzar sobre el Parque Municipal. Gratamente se dio una respuesta en oposición a esta medida. Tanto los ediles del FPCS, la agrupación arbolado y muchos vecinos, entre los que nosotros nos sumamos, nos manifestamos por la no destrucción de un espacio verde, con todo lo que ello representa. Dio marcha atrás, en busca de otra alternativa.
Para sorpresa del sentido común, el nuevo proyecto acordado por la gestión, los concejales opositores y el Centro Económico, es en otro entrañable espacio verde de la ciudad. A nuestro juicio, tan verde como el del parque. A partir de acá avanzaron juntos y en común acuerdo. Para su justificación se escucharon argumentos tan absurdos como que, en este caso, “los terrenos son privados”. Como si la propiedad privada le quitara la cualidad de espacio verde. Además, ahora en este preciso momento, en que están tirando abajo los árboles, ya es un terreno público. Y no se trata solo de los árboles, que quizá podrán trasplantarse, se trata del espacio. Y también, de las formas de resolver.
¿No se podría haber estudiado la sugerencia de la universidad y los arquitectos, de buscar otro espacio que no provoque este impacto ambiental? ¿No se podría haber negociado con el Centro Económico, apelando a su supuesto rol social en pro de la comunidad, otro acuerdo que contemple el edificio, o parte, de la terminal actual, en lugar de la plaza? ¿Era necesario destruir esa plaza?
Pintar los cartelitos de verde no es suficiente para ser una ciudad, al menos, amigable con el ambiente. Plantar árboles por un lado y dejar que mueran por descuido después o arrasar con otros, sin argumentos firmes, es como mínimo, contradictorio. Como ejemplo se puede buscar la plantación de ceibos a la vera del arroyo que hasta le cambiaron el nombre en la avalancha publicitaria.
Nada se avanzó en cuanto a la regulación de la aplicación de fitosanitarios en los alrededores de la ciudad, a pesar de la ley provincial existente y los comprobados efectos nocivos sobre la población. Todavía no contamos con una correcta disposición de residuos. Seguimos con basurales, de los ilegales y los reglamentarios que acumulan toda la basura sin clasificar.
Y sin olvidar que llegaron millones de pesos de la nación para el reciclado, que hasta ahora solo se materializó en un galpón vacío, con una máquina sin uso. Y más grave aún, hay una publicidad que intenta pintar de verde a la gestión, tan engañosa, que hasta nos hace dudar de nuestro sano juicio. ¿Por qué se recolecta en días separados orgánicos e inorgánicos y después se tira todo junto?
Los funcionarios de las diferentes áreas implicadas no saben cómo timonear en estas aguas. Así quedó en evidencia en el reciente caso, también aberrante, de la sustracción del fértil y preciado mantillo de la ecología del Parque Municipal. Cualquier cosa es factible de convertirse en negocio.
Los votos son un crédito que otorgamos los ciudadanos a nuestros representantes para que sea saldado pensando lo público en busca del bien común. De ninguna manera son propiedad de los electos.
Desde la Asociación de Derechos Humanos hacemos escuchar nuestra voz, esta vez en defensa de nuestro derecho, amparado constitucionalmente, de gozar de un ambiente sano. De cuidar la naturaleza, que no es más que cuidar de nosotros mismos.
Asociación de DDHH de Cañada de Gómez